Como Prevenir La Decepción: Otras Trampas del “Pensamiento Positivo Barato”

El poso de malestar que subyace a lo que llamamos “Decepción” se puede evitar.

Para lograrlo es interesante analizar, cuando algo nos decepciona, que es lo que nos decepciona.

Este análisis nos devuelve a un dato interesante que es la trampa mental que encierra el mismo concepto de decepción. Porque cuando algo nos decepciona (lo dice la misma afirmación “nos decepciona”) consideramos que la causa es algo ajeno a nosotros y que algo nos lo provoca a nosotros.

Sin embargo es importante considerar que la decepción la gestamos nosotros y no son los acontecimientos/ personas ajenas quienes nos lo producen.

Para aclarar este aspecto es importante pararse a reflexionar ¿Qué es la decepción?Decepcion

No es más que la resultante de una realidad que se presenta y que se manifiesta y nos provoca un nivel de satisfacción inferior a lo que nos habíamos prefijado a priori.

En pocas palabras la decepción es la resultante de la comparación entre nuestras expectativas y la realidad.

Por tanto, si modificamos uno de los dos factores, la variable resultante, la “decepción”,  se modificará también.

Es evidente que entre los dos factores, el más fácil de cambiar no es la realidad, sino nuestras expectativas, ya que dependen 100% de nosotros: la realidad no siempre se antoja a la merced de nuestros deseos/ preferencias.

Por tanto, si cambiamos la manera de generar expectativas y aferrarnos a ellas como si tuviéramos el derecho a que las cosas sucediesen como nosotros las pensamos, podríamos gobernar mejor nuestra mente y prevenir la decepción.

La atención plena es una magnifica herramienta para trabajar y entrenar esta habilidad de no apegarnos a las expectativas y reducir así el nivel de decepción.

Otra opción de entrenamiento consiste en el abandono del “pensamiento positivo” forzoso: es decir aquella tendencia muchas veces promocionada y divulgada por “supuestos gurús” del “pensamiento positivo” en imaginarse y prefigurarse el futuro de una manera positiva  pero “auto-impuesta”, que puede alejarnos de un comedido y ecuánime análisis de los pros y contras acerca de lo que deseamos y queremos obtener en la vida.

No significa esta una vuelta al “realismo estéril”, y un abandono del optimismo (el optimismo también es realismo en cuanto configura una realidad mental), sino una depuración del “pensamiento positivo” quitándole aquellas falacias que muchos predicadores suelen divulgar y hacer creer como verdades absolutas para ganarse el cariño del público (a quien no le gusta ir a una conferencia en la que le dicen que “obtendrá todo lo que se propone, si se lo propone de verdad”).

Depurarse de las falacias del “Pensamiento Positivo” significa, sin abandonar el optimismo, tomar consciencia de que aún deseando las cosas de una manera y haciendo todo lo posible para que sucedan como las prefiguramos, puede que los resultados de esos acontecimientos sean diferentes: contemplar esa posibilidad y no identificarse con la expectativa y acabar creyendo que por esperarnos algo de una manera, “el universo conspirará para que así sea”. Pensamiento este último tan romántico y embaucador, como falaz y engañabobos, en una época en la que el ser humano necesita aferrarse a asuntos así de poéticos para creer en algo, ante una evidencia tan estéril y austera.

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