Ser Profesional Libre: Una Elección de Vida, más que un Síntoma de Precariedad

El World Economic Forum quizá sorprendió a algunos con la publicación del nuevo gráfico que marca la tendencia mundial que verá en 2027, pro primera vez en la historia reciente, a los Freelance como fuerza laboral en mayor proporción respecto a los profesionales asalariados.

Algunos tildan este dato como el síntoma de la precariedad laboral que llevará a ciertas personas a convertirse en autónomos, aunque realmente no deseen hacerlo, prefiriendo estar de asalariados. Desde estas fuentes se prefiere hablar más bien de “falsos autónomos”, víctimas de un mercado laboral en el que las empresas quieren asumir cada vez menos riesgos, cargando la presión de la incertidumbre en las personas, provocando que éstas tengan que afrontarla individualmente.

Pero defender este planteamiento es también defender un modelo (más social que económico) ya caduco y obsoleto: es pretender quedarse en un barco que se hunde rápidamente y no querer asumir la determinación de evacuarlo. Los promotores de esta filosofía son también muy reacios a observar que el principal problema de las empresas ya hoy en día es la captación de talento con gana de comprometerse a largo plazo.

¿Es la empresa la que no quiere asumir riesgos, o es el ciudadano que hoy en día ya no quiere comprometerse a largo plazo?

La digitalización ha provocado que hoy en día resulte contraproducente incluso comprar una casa o una segunda casa: las personas queremos irnos de vacaciones a sitios siempre diversos porque hemos logrado un acceso a información tan cambiante y amplia que muy pronto nos llegarán estímulos que nos llevarán a abandonar rutinas conocidas para experimentar vivencias nuevas. La evolución de la cifra de divorcios también es un indicador: cada vez más personas se aburren de tener a la misma pareja al lado: los divorcios incrementan en número y los matrimonios se consuman en plazo más cortos, como si fueran bienes perecederos. No era lo mismo plantearse vivir al lado de una misma persona cuando las posibilidades de morir a escasos kilómetros de donde habías nacido eran la mayoría, y cuando la expectativa de vida era de 30 o 40 años como mucho al lado de esa persona, y no 60 o 70. En otros aspectos, algunos ya prefieren cambiar de coche cada tres años pagando una cuota asequible mientras lo necesiten, en lugar de descapitalizarse de golpe. Esto ya se haces con muchos bienes cuya tecnología puede quedar obsoleta incluso antes de que éstos cumplan su natural ciclo de vida: se llama obsolescencia programada. Tampoco ya compramos música, cine o otros bienes de ocio, o incluso otras obras de arte: preferimos pagar por el uso que hagamos de ellas, durante el tiempo en que las queremos disfrutar, y no cargarnos con acumularlas inútilmente sino no las necesitamos. El mismo proceso sucede hoy en día con todo lo que guardamos en la nube, o con otros bienes de economía compartida derivada de modelos P2P.

El acceso a información en todo momento desde todo el mundo, la posibilidad de compartir información al instante con social media, la obsolescencia programada, el pago por uso, la interconexión inmediata mediante dispositivos, prácticamente gratuita, la economía de lo efímero, los nuevos recursos logísticos que otorgan facilidades para viajar y cumplir desplazamientos, así como la mejora de la expectativa de vida, han educado a los nativos digitales a no comprometerse. Y se queremos ir más lejos, problemas como la escasez de recursos, la contaminación de plásticos, o las energías renovables, nos están educando poco a poco a no acumular para tirar, sino en reciclar y compartir el uso de bienes cuya acumulación puede generar un impacto ambiental considerable. El concepto de posesión y propiedad, está cambiando, modificando la necesidad de apego de las personas a las cosas, a las ideas y también a las personas. ¿Cómo no vamos entonces a ser reacios a comprometernos a largo plazo con una idea, un proyecto, una actividad o una persona? ¿Cómo vamos a plantearnos trabajar de asalariados vinculándonos a una sola empresa?

La evolución hacia modelos laborales más flexibles, por proyectos, perecederos y que permitan atender a varias inquietudes a la vez, solapándose, sobreponiéndose, fusionándose a través de las sinergias y la serendipia, son más bien la consecuencia de la transformación en la filosofía y preferencias en las formas de vivir de las personas: una nueva manera de expresar el talento y sacarle mayor partido, ponerlo en valor y rentabilizarlo, no el fruto de una oscura conspiración que las empresas hacen entre sí para sacar mayores beneficios: no hay que olvidar que las empresas no son entidades paralelas a los seres humanos, hechas a sí mismas, y con consciencia propia, sino que las forman personas que se juntan y toman decisiones por efecto de sus preferencias e intereses. También son entidades humanas.

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